Cuando se observa en retrospectiva los días tristes, pero realmente tristes de la vida, te das cuenta que realmente son pocos, sí aunque no parezca, porque dramatizamos más pequeñas cosas que pasan, y no nos damos cuenta que triste realmente son sólo aquellos días, que los sucesos nos marcarán para siempre.
Entre mis recuerdos cada muerte es un día triste, más que un día, muchos días y son tristes porque no me enseñan, porque me duelen en el corazón, pero no me ayudan a comprender la muerte, ni a prepararme para la que viene, ni nada de eso...
Pero hay otros un poco menos profundos, como los días tristes por el corazón, hace poco descubrí que el que te rompan el corazón por primera vez es equivalente a darse cuenta que el Niño Dios no existe, todo en lo que creías se va al carajo, y de ahí en adelante ya sabrás por siempre, aunque traten de engañarte, no será ese amor desaforado que sentiste en la primera vez, cada amor será más racional, y así como aunque te pongan los regalos debajo del árbol sin que te des cuenta, tu sabes que no fue el Niño Dios, por mas que te digan cosas tu sabes que no es el amor de tu vida...
Y sí tengo el corazón remendado, y hace poco tiempo descubrí, con un gran golpe, que definitivamente el Niño Dios no existe.