Odiada Fabiola

Perdón por no empezar esta carta con un querida, pero es q siento por tí cualquier cosa diferente a cariño, todos los antónimos que encuentres a esa palabra definen un poco lo que me produces, perdona la crueldad pero te robaste la vida con la que alguna vez soñé y eso por tanto genera en mí una especie de desprecio.

Hoy me vi una película en la que la ex escribía una carta a la nueva, obviamente era un contexto diferente, ya que la ex tenía un cáncer terminal y la nueva no era una completa hija de puta. Pero digamos que me pareció terapéutico realizar el mismo ejercicio ya que, en serio, de corazón quiero curarme de esa enfermedad.

Y es que ustedes, su jodida relación, han sido mi cáncer, un cáncer que ha hecho metástasis y que se me ha dificultado eliminar, que me ha dañado órganos, relaciones, sueños y una parte de mi vida que ya no recuperaré.

La peor parte es que yo me enfermé solita, mientras ustedes han sido felices, recorrieron Europa, se casaron y ahora esperan un bebé, yo he vivido con el corazón encerrado y arrastrando un pasado que me negué a dejar, tengo que ser sincera y muy en el fondo de mi alma esperaba que las cosas se les jodieran, que alguno de los dos la cagara y que sufrieran por lo menos el 10% de lo que yo sufrí. Pero como siempre ocurre con los malos sentimientos, no les pasa nada y por el contrario parece que cada día mejoraran.

Es por eso que ahora voy a dejar de lado todo eso malo que sentía y voy a decir, lo que extrañaré, lo que me hace anhelar esa vida que no tuve, para que tu, ya que me la robaste, por lo menos tengas la dignidad y la decencia de vivirla de la mejor manera.

Cuida mucho de Sofía y Samuel, que en tu caso tendrán unos nombres bien feos como el tuyo (me estoy desviando) en todo caso, siempre vi un comercial en el que salía un bebé que en mi mente era la personificación de Samuel, amé ese bebé sin que existiera, ahora quizás por las noticias recientes Samuel está creciendo en tu panza, ámalo mucho, con seguridad va a ser un niño amoroso y detallista, de esos que le dicen a la mamá que la aman todo el tiempo y le arrancan florecitas del camino y se la llevan o le hacen cartas y dibujos, el hombre que alguna vez amé, el niño que me contaron que fue, se va a ver reflejado en ese bebé. 

Disfruta al hombre que tienes al lado, como todo ser humanó tiene muchos defectos, pero también tiene muchas cosas buenas, es un hombre dedicado y detallista y lo crió un hombre que en mi concepto es el mejor suegro que una mujer podría desear, a él si que lo extraño, un casi papá, disfruta cuando puedas a Martín, ese niño despertó en mi todos los instintos maternales posibles, esos mismos que su cáncer me mataron y ahora pareciese que fuera infértil.

Deseo olvidarlos, así como todo el mundo me olvidó, de una manera facilísima, quiero dejar de huirle al amor, o mejor de ahuyentarlo porque a ciencia cierta no me ha llegado un amor de verdad, quiero seguir con mi vida y dejar de sentir que estoy retrasada cada vez que me llega una noticia suya, pero lo que más quiero en la vida, es nunca más volver a pensar en ustedes, jamás.

Entre el sí y el no

Después de tantos intentos fallidos uno empieza a jurar que eso del amor ya no le tocó, que lo tuvo y se lo quitaron, y por boba, por bruta, por no pelearselo, se perdió la oportunidad de tenerlo de verdad.

Por tanto la vida se convierte en tratar de llenar el hueco del alma y del corazón con cualquier pendejada hedonista y material que se convierte en capricho, con sexo irresponsable, medio pervertido  y masoquista que parece a veces una forma de castigarse con placer por ser tan poco valiente. Tirar es más fácil que amar, a la final una persona que sólo tiene una conexión sexual con uno, el máximo dolor que puede producir, se debe a unas nalgadas fuertes o a una amarrada inadecuada.

Pero lo difícil es descubrir que ese hueco nunca se llena, por más sexo, por más compras, por más viajes...Se da uno cuenta que vale mucho más una hora de arrunche, un abracito en la noche, un piquito en la mañana. Que lo que uno extraña de los que se fueron no es precisamente lo que creía que le gustaba, sino esos momentos de silencio de compañía, de escucharlos respirar, de verlos sonreír y se da uno cuenta que es más rosa de lo que le gusta aceptar.

Y entonces llegan unos ojitos claros, con un contrato verbal y una propuesta indecente, con un humor negro, una facilidad para el sarcasmo que encajaría perfectamente con el mío, un don para escribir y hacerme sonreír y una inteligencia de nerd geek que seduce a la sapiosexual que vive en mí. La loca empeliculada se empieza a imaginar como sería compartir con el, hablar de libros, tener sexo y verlo ser él, y entonces uno pide con el alma y espera de todo corazón que esta vez Dios esté de lado de uno, que le quiera dar una oportunidad, de por lo menos vivir un poquito de emoción en esta vida y esta ciudad tan aburrida y tan adulta, que a veces me produce ganas de meterme un tiro porque no parece haber esperanza de un cambio y la vida ahora consta en dormir y trabajar y soñar con Europa y soñar con otra vida y pensar porque este veneno aún no se va y porque todos siguen con su vida y yo no puedo hacerlo.