Entre el sí y el no

Después de tantos intentos fallidos uno empieza a jurar que eso del amor ya no le tocó, que lo tuvo y se lo quitaron, y por boba, por bruta, por no pelearselo, se perdió la oportunidad de tenerlo de verdad.

Por tanto la vida se convierte en tratar de llenar el hueco del alma y del corazón con cualquier pendejada hedonista y material que se convierte en capricho, con sexo irresponsable, medio pervertido  y masoquista que parece a veces una forma de castigarse con placer por ser tan poco valiente. Tirar es más fácil que amar, a la final una persona que sólo tiene una conexión sexual con uno, el máximo dolor que puede producir, se debe a unas nalgadas fuertes o a una amarrada inadecuada.

Pero lo difícil es descubrir que ese hueco nunca se llena, por más sexo, por más compras, por más viajes...Se da uno cuenta que vale mucho más una hora de arrunche, un abracito en la noche, un piquito en la mañana. Que lo que uno extraña de los que se fueron no es precisamente lo que creía que le gustaba, sino esos momentos de silencio de compañía, de escucharlos respirar, de verlos sonreír y se da uno cuenta que es más rosa de lo que le gusta aceptar.

Y entonces llegan unos ojitos claros, con un contrato verbal y una propuesta indecente, con un humor negro, una facilidad para el sarcasmo que encajaría perfectamente con el mío, un don para escribir y hacerme sonreír y una inteligencia de nerd geek que seduce a la sapiosexual que vive en mí. La loca empeliculada se empieza a imaginar como sería compartir con el, hablar de libros, tener sexo y verlo ser él, y entonces uno pide con el alma y espera de todo corazón que esta vez Dios esté de lado de uno, que le quiera dar una oportunidad, de por lo menos vivir un poquito de emoción en esta vida y esta ciudad tan aburrida y tan adulta, que a veces me produce ganas de meterme un tiro porque no parece haber esperanza de un cambio y la vida ahora consta en dormir y trabajar y soñar con Europa y soñar con otra vida y pensar porque este veneno aún no se va y porque todos siguen con su vida y yo no puedo hacerlo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario