Mi cama, dormir sola, y su corazón.

Su pecho era perfectamente diseñado para mí, era como si, no sé si por tanto tiempo a su lado o porque yo le encajaba perfecta, cuando ponía mi cabeza en él, todo era comodidad, protección, pero sobre todo vida. Él nunca lo supo, pero lo que más disfrutaba de este acto cotidiano y mecánico, era escuchar su corazón, tan sereno tan tranquilo y sobre todo me encantaba pensar en mi romanticismo, que ese corazón latía por mí; su corazón me contaba historias, me avisaba cuando algo interesante estaba por pasar o cuando en sus sueños pasaba, por el ritmo acelerado que nos sacaba de la pasividad, a mi sueño y a su mente.

Ya no tengo ese corazón, ni ese pecho cómodo, ni esa cama, ni ese calor, ni esas noches acompañada; cuando llegue a este lugar empecé durmiendo en una cama pequeñita, cabía yo con exactitud, pero para mí había un espacio enorme, después pasé a una cama doble y en esta si me ha golpeado la soledad, cuantas veces mire al lado buscando lo que sé que ya no tengo, preguntándome por que ya no está, cuanto desorden permití que se acumulara a ese lado de la cama, cuanto ame a mi computador y a mi celular por ocupar ese espacio.

Pero la experiencia me permitió entender que no buscaba un relleno, no buscaba compañía, no buscaba calor, porque lo tuve, pero no me pareció suficiente, incluso me incomodó en muchas ocasiones que me quisieran abrazar y dando la espalda sólo pensaba que insignificante me parecía esa compañía, que poco interesada estaba en escuchar ese corazón, que sola me sentía y cuanto quería estar en mi cama con mi espacio.

Ya no me molesta mi otro lado vacío, mi novio que no es novio creo lo que el denominó "un cojín de diseñador" que hace sus veces de novio, y al que abrazo cuando me siento un poco sola; a estas alturas yo sólo creo que mi otro lado de la cama, sólo merece ser llenado por alguien increíblemente extraordinario, por el que me muera por escuchar su corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario